Otras Narrativas Históricas: "IDENTIDAD LATINOAMERICANA": Desafiando la Desmemoria
Ante la diversa identidad cultural americana que se manifiesta territorialmente en sus paisajes, en su gastronomía, en sus instituciones, en la música, en las lenguas, en la idiosincrasia y en las historias de sus pueblos, ¿qué es lo que nos une como pueblo americano? ¿Qué es lo que nos da una identidad en común?
Existe una identidad latinoamericana más allá de lo que exteriormente se manifiesta en su bagaje cultural. Me refiero a lo que lleva en el inconsciente colectivo nuestro pueblo, y es esa lucha constante por lograr la soberanía como pueblo preexistente al periodo colonial español; soberanía que nos fue arrebatada en nombre de Dios y que hemos sufrido descarnadamente con arbitrariedades y atropellos, con la expoliación de nuestra América por los españoles, que no solo fue de recursos naturales, sino también de identidad cultural, imponiéndonos a sangre y muerte su religión, su idioma y sus costumbres, a las que, sin posibilidad alguna, nuestro pueblo se fue resignando, aceptando el yugo español, cediendo y perdiendo su soberanía, no solo territorial y cultural, sino también corporal, como única salida de subsistencia a través de los años.
Desde este desolador periodo hasta la actualidad, nos une esa lucha constante por nuestra emancipación como pueblo, como así también, para que nuestra voz no solo sea escuchada, sino tenida en cuenta a la hora de la toma de decisiones desde el poder estatal en defensa de nuestros territorios. Porque, ¿qué son, si no, las luchas, esas experiencias emancipatorias como las de Túpac Amaru, los Malones de la Paz del Pueblo Jujeño, hasta las que lleva el pueblo mapuche en la actualidad? Rebeliones y luchas que se originaron como respuesta al sometimiento y genocidio que vivió nuestro pueblo y que aún sigue vigente.
Pero, ¿todos somos parte de esa lucha? ¿Somos conscientes de esa identidad negra e indígena que nos une? ¿Qué es lo que arrastramos inconscientemente de ese periodo y lo llevamos como marcas subjetivas en nuestras conductas y formas de vida cotidianas?
Así como es real la lucha por la reivindicación de nuestra historia como pueblo preexistente a la conquista española, también es cierto que, como pueblo, somos fruto a la vez de esa colonización. Por lo tanto, traemos los ojos y la memoria viciados de la mirada eurocentrista, blanca y racista. Esa mirada se traduce en estigmas, en xenofobia, y se puede percibir en lo cotidiano, con la discriminación y con la vulneración de derechos que sufren algunos sectores sociales, los más postergados, lo que se traduce en la desigualdad de oportunidades de trabajo y de acceso a la educación. La famosa “portación de cara” por la cual somos señaladas y etiquetadas las personas de los sectores populares es una continuidad de formas modernas de vejaciones y arbitrariedades que sufrieron nuestros pueblos. A quienes llevamos la piel amarronada u oscura, como prueba visible de tener antepasados indígenas, mestizos o negros, se nos sigue marcando a fuego el lugar que ocupamos en la sociedad. Y lamentablemente, muchas veces, inconscientemente, algunos asumen ese lugar y buscan, de todas maneras, no solo desprenderse de esas raíces, renegando de ellas, sino también buscan parecerse cada vez más a esa sociedad blanca que se impone como ejemplar y marca estándares de vida imposibles de alcanzar para un sector social que carece no solo de recursos materiales, sino de recursos simbólicos, así como también de memoria e identidad latinoamericana, de la cual reniegan y se avergüenzan. Estas formas de transitar abnegadamente el ser latinoamericano no son casuales; al contrario, son consecuencia de los relatos históricos oficiales de nuestra América que se repiten una y otra vez en nuestro sistema educativo, así como también de relatos eurocentristas que se replican en los grandes medios de comunicación y que han logrado su propósito en partes de nuestro pueblo: la desmemoria histórica.
Ante esta desmemoria, un camino posible de reivindicación de nuestra historia es “volver a mirarnos”. Volver a mirarnos nos lleva a resignificar nuestra historia, a repensar nuestro presente como pueblo americano, a revalorizar nuestras luchas, a poder narrarnos nosotros mismos, a construir un relato propio de nuestra historia, revalorizando nuestra identidad y nuestra historia, plagándola de memoria e identidad desde una perspectiva latinoamericana.
Para ello es necesaria la presencia fuerte de un relato histórico con perspectiva e identidad latinoamericana, que nos permita comenzar a visibilizar y concientizar desde nuestros espacios educativos, de trabajo, de militancia y en el territorio. Por ejemplo, la expoliación de los recursos naturales que sigue sucediendo en nuestro territorio desde hace siglos y que nunca ha cesado; que es, sino, la disputa y el control por la zona del acuífero Guaraní, el corredor fluvial del río Paraná y el canal Magdalena, por el litio boliviano, el petróleo, más que la continuidad del arrebato de todos los tesoros que guarda nuestra América y que hoy se encuentran en manos de países extranjeros.
Es necesario empoderar al pueblo, “al pueblo de a pie”, diría E. Hobsbawm, a las generaciones venideras para hacer frente a estas arbitrariedades foráneas, habilitadas por minorías que hoy ocupan lugares de poder, que hacen posible que se siga colonizando el territorio americano. Empoderar al pueblo significa construir con ellos las herramientas para defenderse, herramientas que lleven como bandera la historia, la memoria y la soberanía americana, porque, parafraseando a E. Galeano, “las venas de nuestra América siguen abiertas”.