Expectativas por un libro que cambia el enfoque sobre los charrúas
Esta semana viajará a Paraná el historiador uruguayo, italiano y danés Diego Bracco, para exponer una investigación que reconoce la centralidad del territorio entrerriano para la cultura charrúa.
El científico que difundió listados de nombres charrúas hallados en los archivos de Sevilla presentará un nuevo libro que cambia el enfoque sobre nuestros pueblos ancestrales. Allí muestra sus luchas pero también sus tratados de paz, menos explorados, con caciques pocos frecuentados también por la historia clásica.
El encuentro se desarrollará este jueves 25 de julio, a las 19, en la sede de los municipales jerarquizados (Monte Caseros 265, Paraná).
Cinco organizaciones culturales y sindicales invitaron al doctor en historia Diego Bracco para que brinde la charla en la capital entrerriana sobre los pueblos ancestrales, enfocada en su libro más reciente: “Charrúas: ¿genocidio o integración?”, de Ediciones de la Banda Oriental.
Embajadas de paz, gestos heroicos, sensibilidad extrema en las circunstancias más apremiantes, son algunas manifestaciones charrúas que salen a la luz en esta obra, además de una interpretación de Bracco sobre las razones que pudieron provocar cierto menosprecio de la presencia charrúa en Entre Ríos en la historiografía de las dos bandas del río Uruguay, confundiendo un poco la “Banda oriental” del Paraná con la “Banda oriental” del Uruguay.
El evento ha despertado interés entre historiadores y estudiantes de la región, e incluso en la comunidad charrúa Onkaiujmar, cuyos miembros participarán de reuniones con el científico uruguayo.
Bracco es conocido en la región porque a través de estudios suyos y de sus colegas en los archivos de Sevilla conocimos aquí dos listados de nombres charrúas de familias arraigadas en la reducción de Cayastá (norte de Santa Fe), luego de los ataques que sufrieron estas comunidades a fines de 1749 y principios de 1750 desde todos los flancos en la zona de Victoria (La Matanza), por los avances de los colonialistas Antonio de Vera Mujica y José de Andonaegui. Esos nombres rescatados del olvido pertenecieron a personas del actual territorio entrerriano. Recordamos, por ejemplo, Nayjaleu, Anac, Oon, Haquelddi, Choc, Xayaddel, Xalalla, Cotay, Lapalhunel, Massuya, Yballangis, Sut Sut, Yona, Jamoysin, Homit, Ymaldoyve, Sensoyi, Nouijs, Mayguigú, Lambayamvé, Aybá, Tozozos, Adipdayú, Ybaybaguy, Quesiguáque, Indahan…
¿Genocidio o etnocidio?
El doctor Bracco fue convocado para su presentación en Paraná por el centro de estudios Junta Abya yala por los Pueblos Libres, la Asociación del Personal Superior de la Municipalidad de Paraná, la agrupación de trabajadores Por la Ventana, el centro de Docentes Jubilados y Pensionados de Paraná y el grupo Estudios Abya yala de la UADER. Sus textos han provocado expectativas en distintos sectores, al punto que son varios vecinos de Paraná los que ya encargaron un ejemplar, desde que se supo de la visita.
Hechos, comunidades, personajes y nombres desconocidos para muchos de nosotros han sido desempolvados y difundidos por el investigador oriental. Su libro titulado “Charrúas: ¿genocidio o integración?” ha sido ponderado por los documentos expuestos, algunos inéditos, que permiten análisis distintos de los más divulgados. En una entrevista que realizamos a distancia esta semana, Bracco señaló momentos clave y nombró caciques charrúas que nos ayudan a revisar nuestros orígenes.
Doctor en historia, Diego Bracco ha indagado en los diversos pueblos ancestrales de la región y sus interrelaciones con españoles y portugueses, principalmente. Escribió numerosos libros y artículos académicos y participó en decenas de conferencias, seminarios y congresos, con acento en la vida de los pueblos en zonas de frontera. También fue convocado para el arbitraje y la evaluación de proyectos en distintas instituciones científicas como el Conicet, universidades y revistas de primer orden.
Charrúas, guaraníes, guenoa-minuanos, chanás, son algunas de las culturas exploradas por Bracco, sea con estudios a campo o con indagaciones en los archivos más documentados del mundo, para lo cual el estudioso ha pasado largos años en distintos países de Europa.
Algunos de sus libros: “Cautivas entre indígenas y gauchos”, “Con las armas en la mano”, “Indígenas del Uruguay”, “Charrúas, guenoas y guaraníes. Interacción y destrucción: indígenas en el Río de la Plata”, “Una degollación de charrúas”, y el más reciente: “Charrúas: ¿genocidio o integración?”, que abona el debate.
Violencia e integración
—¿Cómo se dio su aproximación al mundo de los pueblos ancestrales de la región, y en especial de los charrúas?
—Fascinación por la diversidad cultural; por comprender “al otro” y por el modo en que ello ayuda a mirar hacia “nosotros”. Y en el principio sistemático de ese proceso influyó mucho un gran profesor llamado Rogelio Brito.
—¿Qué testimonios conoce para subrayar las relaciones no violentas entre poderes coloniales y comunidades charrúas?
—Sostuve en mi libro de reciente publicación titulado “Charrúas: ¿genocidio o integración? (p.177) que en torno al pasado indígena “predomina una narrativa de carácter heroico, acentuada en torno a los charrúas. En ella la violencia, y las circunstancias relacionadas con vencer o morir, tienen un lugar central. Ello sucede en desmedro de estudios sobre procesos de asimilación por los que nuestro presente parece tener un interés menor”. Hay mucha documentación referida a integración -con todas las salvedades en relación al término- que, en gran parte, permanece inédita. En el libro referido publiqué documentación sobre el proceso que vivieron los charrúas en el pueblo o reducción de Cayastá. Parte de esa documentación fue con anterioridad publicada en la revista TEFROS, de acceso libre en la web.
Piezas de chusma
Como las comunidades fueron perseguidas y desplazadas de sus territorios, y muchas mujeres y muchos niños sobrevivientes reducidos a servidumbre, donde se los maltrataba, le preguntamos a Bracco de qué modo pudo darse lo que llamamos integración. Entones apuntó que en su obra pone énfasis en procesos de interacción de mutua conveniencia o integración entre la sociedad colonial y los charrúas. Y aclaró que el término integración se refiere a una gama amplia. “Hubo casos de incorporación voluntaria; asimismo, de adopción de los valores de la sociedad colonial”, aseguró y agrego: “tras derrotas militares las ‘piezas de chusma’ –mujeres y niños– fueron destinadas a la servidumbre en las avanzadas española y portuguesa o forzadas a vivir en el proyecto jesuítico misionero. En general esas víctimas sufrieron terribles niveles de violencia”.
—¿Tenemos alguna noción sobre el lugar donde se desplegó con mayor amplitud la cultura del pueblo charrúa? ¿Fue el actual territorio entrerriano el epicentro?
—En la página 207 del libro señalé que a partir del siglo XVI se produjeron modificaciones en la cuenca del Río de la Plata como consecuencia de los intereses de quienes llegaron del “viejo mundo”, de sus medios para desplazarse, de su tecnología militar, de los lugares en que se establecieron y, entre muchos otros factores, de la fauna que introdujeron. Por supuesto, esas modificaciones afectaron a los charrúas y por ello ni siquiera las fuentes tempranas permiten conocer con seguridad el territorio en que previamente fueron preponderantes. No obstante, parece claro que eran canoeros y quizás por ello, en alusión a las embarcaciones así llamadas, fueron denominados “charrúas”. En cualquier caso, la documentación los muestra en un espacio notablemente coincidente con el que a partir de estudios de cultura material se denomina “entidad arqueológica Goya – Malabrigo”.
Mitos identitarios
Siempre basado en textos que figuran en su nuevo libro, Bracco dio precisiones sobre algunas razones que promueven la idea del charrúa uruguayo. “Desde el siglo XVI hasta que fueron violentamente desalojados en los años 1749 y 1750, los charrúas fueron preponderantes entre los ríos Paraná y Uruguay. Hasta mediados del siglo XVII también frecuentaban la margen izquierda del bajo río Uruguay e iban asiduamente a Buenos Aires, lo que no es concebible sin un extensivo empleo de embarcaciones. Salvo excepciones, dejaron de frecuentar Buenos Aires cuando devinieron plenamente ecuestres. En la margen izquierda del bajo Uruguay continuó habiendo presencia charrúa asociada a Santo Domingo Soriano y a sus parientes, los chanáes. La presencia temprana charrúa en el interior del territorio de lo que es hoy la República Oriental del Uruguay se produjo en función de circunstancias excepcionales. La más notable de ellas fue la guerra de los años 1701 y 1702 que finalizó en la denominada Batalla del Yi”.
“Durante dilatado lapso -agregó Bracco- la documentación acerca de los charrúas fue producida en uno de los bordes del territorio y por tanto refleja lo que era posible observar desde allí. Ese ‘allí’, mirado desde Buenos Aires, era la ‘banda del norte’. Y visto desde Santa Fe y Corrientes, la ‘banda oriental’ del río Paraná. Para las observaciones realizadas desde Santa Fe, fundada en 1573, Buenos Aires, cuya segunda fundación acaeció en 1580, y Corrientes, establecida entre 1585 y 1588, los charrúas constituyeron una suerte de ‘cortina’ que ocultó el dilatado territorio que se extendía hacia el este. Mucho más tarde la historiografía uruguaya de cuño nacionalista empleó el concepto ‘banda oriental’ referido al oriente del río Uruguay, como si preanunciara el nacimiento de la república de ese nombre. Y en tal clave extrapoló documentación que describía la banda oriental del río Paraná para asumir como propios a los charrúas y construir mitos identitarios con ellos”.
—¿Cuáles han sido y son los aspectos sobresalientes de su cultura, si comparamos a los charrúas con otros pueblos de la región, como los guaraníes?
—Escondidos bajo el carácter etnocéntrico de las fuentes hay destellos que iluminan aspectos relevantes de la cultura charrúa. Es de destacar el perdurable vínculo con sus ‘parientes’, los cultivadores chanáes, cuyos idiomas eran, cuando menos, muy similares. También, es intrigante la cercanía que habrían tenido inicialmente con los cultivadores guaraníes de los pueblos de misiones jesuíticas.
—¿Es mera coincidencia el ataque de Andonaegui y Vera Mujica de 1750, y el Tratado de Permuta que desata la Guerra guaraní que termina en la batalla de Caibaté en 1756?
—En la década de 1750 hubo episodios de máxima violencia contra los indígenas. Así lo sufrieron los charrúas entre los ríos Paraná y Uruguay, los guenoa - minuanos en el este del actual Uruguay, y los indígenas misioneros en la denominada “guerra guaranítica”. Los dos primeros parecen obedecer directamente a los intereses locales de la sociedad colonial española, que se expandía. El tercero está además estrechamente relacionado con la política de las metrópolis.
—¿Cómo accedió a los 175 nombres charrúas? ¿Qué sintió, como oriental y como investigador, cuando halló esos papeles? ¿Piensa que, así como llegamos a esas voces, podemos encontrar otras en archivos semejantes?
—La búsqueda ocasionalmente depara grandes sorpresas, a veces emocionantes. Por ejemplo, en el Archivo General de la Nación están las instrucciones que se habrían encontrado en el cadáver del mediador que fue junto al cacique don Agustín a intentar poner fin a la guerra de 1701 - 1702. El mérito -en encontrar las voces charrúas y muchas otras ocasiones- corresponde en su totalidad al profesor Rogelio Brito, que mencioné al principio. Creo que todavía hay importante y desconocido material en los archivos. Por ejemplo, los franciscanos que estuvieron en Cayastá en la década de 1750 elaboraron catecismos en charrúa que, espero, podrán ser encontrados.
—¿Qué nombres charrúas elegiría si le pidiéramos tres personas destacadas, en su cultura, en sus saberes, en sus pactos, en sus luchas?
—Es difícil elegir, pero retomando lo expresado recién, pienso en el cacique principal don Agustín, que fue protagonista de una embajada de paz en los años 1701 y 1702 y murió, probablemente ejecutado, cuando intentaba impedir el exterminio de los suyos. También, en una madre yaro cuyo nombre ignoro (creo que los yaros fueron parte de la nación charrúa) que rechazó todo por conservar a su pequeña niña, en unos hechos narrados desde un etnocentrismo abrumador por el padre Sepp en el año 1691. O en los que emplearon un tiempo que desesperadamente precisaban para ponerse a salvo, sepultando a los suyos, tras el combate del Corral de Sopas, de 1º de mayo de 1801.
( Fuente: Diadio UNO, Entre Ríos)