1er Encuentro Internacional de la Red de Mujeres que Tejen la Historia de América Latina y el Caribe
Septiembre 30- octubre 4 de 2024. Bogotá D.C – Colombia.
Con una muy afortunada coincidencia de hechos positivos, distintas mujeres de diversidad de países de América Latina y el Caribe se dieron cita en la capital colombiana para dar curso al primer encuentro del colectivo de mujeres que tejen la historia en el continente, precedidas todas por innumerables hechos que les comprometen con la historia, la vida y el destino de sus pueblos y comunidades esparcidas por los territorios de América Latina y el Caribe. Son mujeres que en efecto tejen y despliegan habilidades artísticas y profesionales que son notorias y destacables en sus propios entornos, pero más allá del hecho de influir y ejercer visible incidencia en el diario trasegar de sus comunidades y círculos sociales, en cualquiera de las dimensiones de lo social, lo educacional, lo informativo y de comunicación social, lo económico y de la vida productiva, lo artístico y de las culturas ancestrales, la justicia y la defensa de los derechos civiles, sociales y políticos, sean éstos individuales o colectivos, o en lo ambiental y la defensa de los territorios, son mujeres que asumen en donde quiera que estén un papel preponderante frente al compromiso que sienten frente a la necesidad de superar las circunstancias de atraso que impone a las mujeres el modelo patriarcal que domina y ha dominado por milenios la humanidad y ha relegado a las mujeres a posiciones y roles secundarios, excluyentes y discriminatorios, con respecto a lo que las mujeres pueden y deben hacer para el desarrollo equilibrado, justo y equitativo de las sociedades de las que hacen parte.
Coinciden ellas en que numerosos aspectos de la vida de los pueblos y sociedades organizadas en el mundo moderno deben ser modificados para que las mujeres lleguen a ocupar el lugar que les corresponde como sujetas que conforman más de la mitad de la población y que gozan de igualdad de derechos y prerrogativas como cualquier otro miembro de las sociedades actuales. El desafío que asumen en la “deconstrucción” del modelo patriarcal, tal como lo declaran sin titubeos, es bastante exigente, en tanto se trata de un modelo que evoluciona y se ajusta progresivamente a las nuevas realidades para prevalecer, siendo moldeado por quienes tienen puestos sus intereses en que el status quo no se modifique, pero reconocen ellas el valor y pertinencia de sus propios conocimientos, sus habilidades, su coraje, su intuición y astucia, además de la decisión con que viven el momento actual para reivindicar sus aspiraciones y sueños de equidad y justicia. No se detendrán ante la complejidad del reto ni las dificultades propias de toda lucha contra un ente que presenta resistencia, más bien al contrario, han empezado a encontrar en sí mismas la fuerza y capacidad necesarias para ponerse de pie y alzar su voz para reclamar y recuperar lo que sienten que se les ha negado por milenios, como es el derecho de ser iguales, nunca menos que nadie, nunca objetos de propiedad de nadie, nunca seres dominados por cualquier mandato arcaico, nunca más un ser sometido a multiplicidad de violencias que lesionan su integridad, le ultrajan en su dignidad y le impiden gozar de su propia vida como cualquier otro ser en las sociedades modernas.
En eso coinciden y por ello se movilizan en un encuentro como éste que ha tenido lugar en Bogotá. Saben que de la acción colectiva ordenada e inteligente saldrán resultados sorprendentes. Reconocen el poder de la acción conjunta y las posibilidades que ofrece el actuar unidas y en sincronía con respecto a sus ideales y paradigmas. No es una movilización caprichosa ni coyuntural, más bien se trata de un despertar o avanzada que ya no pude esperar más tiempo. Los antecedentes de lucha en la Argentina con el pueblo Mapuche en la defensa de sus territorios en la Patagonia, o tal vez la lucha en la Araucanía chilena con idéntico propósito, así como tantas otras luchas y realizaciones que han venido acaeciendo en el continente entero como reacción a la opresión perversa de las mujeres y su invisibilización recurrente como protagonistas de la historia, o la ominosa omisión de su reconocimiento como personas competentes y capaces para asumir responsabilidades de dirección y gobierno en sus territorios.
Las mujeres que tomaron la iniciativa de reunirse en Bogotá y en torno a la Red de Mujeres de América Latina y el Caribe lo saben y tienen claras sus posibilidades de éxito, tal vez en el concierto de la red continental que ha comenzado a configurarse, quizás con el ánimo que infunde la solidaridad de todas aquellas que se agregan con sus propios trabajos y realizaciones, acaso con la decisión y coraje que muestra cada una cuando habla de su trabajo y dedicación, pero sobre todo con el impulso que proviene de la certeza de que éste es un trabajo colectivo ordenado y coherente en el que comparten su experiencia, el conocimiento y la pasión que han puesto en el propósito de ser quienes merecen ser. Angélica María, mujer principal en el Encuentro, expresó lo siguiente, a propósito de las diversas manifestaciones positivas y de agradecimiento de las mujeres que viajaron desde la Argentina y Chile, desde el Perú, desde Ecuador, desde Brasil, desde Panamá, desde varias regiones de Colombia y naturalmente desde Bogotá…
“Así que para mí también, este retorno al país después de seis años ha sido muy intenso emocional y físicamente. Sacar adelante el Encuentro era para mí un pedido ancestral y así lo asumo, por tanto fue para ellas y con ellas que se logró sacar adelante el evento. Con todas las dificultades que podían suceder se hizo, y salieron momentos, lugares y personas maravillosas para atesorar.” Así lo expresaba Angelica Rodriguez Coordinadora del encuentro de de la Red de Mujeres e integrante de Fundación al Derecho.
El hecho valioso del 1er Encuentro superó toda expectativa. Previamente a su llegada a Bogotá, las mujeres ya habían participado en siete mesas virtuales previas que trataron temas esenciales de la Agenda durante más de diez horas de trabajo. Ya en Bogotá, el programa de trabajo se cumplió durante cerca de cuarenta horas en siete escenarios distintos, uno facilitado por la ciudad, tres recintos universitarios, un centro cultural perteneciente al gremio de artistas de Colombia y dos casas de actividad cultural pertenecientes a organizaciones sociales provenientes del proceso de Paz que se vive en Colombia. Con la inocultable satisfacción del deber cumplido en sus espíritus y sus rostros, las mujeres participantes regresan a sus países y sus regiones de origen con la certeza de haber hecho lo correcto al abrir una ruta de encuentro que les une y les compromete a trabajar en el propósito prioritario de fortalecerse como colectivo y seguir adelante en la tarea de dignificar el papel de las mujeres en el continente, por encima del abominable yugo patriarcal, para llevar adelante planes de acción completamente incidentes en la vida y la historia de sus propios pueblos y sociedades