Memoria Histórica y Lucha de Género: "El Legado Heroico de Ana María Salgado en la Crisis de Inundaciones"
Memoria Histórica y Lucha de Género:
"El Legado Heroico de Ana María Salgado en la Crisis de Inundaciones"
La memoria se erige como un componente esencial en la construcción de la historia de los pueblos, tanto para establecer un tribunal sobre lo sucedido en el pasado, para designar responsabilidades, como así también para recordar y resignificar las experiencias vividas y dar voz a aquellos que han sido silenciados y que, a día de hoy, siguen exigiendo justicia y reparación, transformando su dolor en un ejercicio político que busca evitar el olvido.
Narrar las experiencias vividas durante la inundación del 2003 en Santa Fe es un acto de resistencia y un medio para recuperar la historia. Este proceso de contar y recordar permite a las generaciones futuras conocer lo ocurrido. La memoria, entonces, se convierte en un ejercicio de reflexión que está supeditado a la capacidad narrativa de quienes recuerdan, favoreciendo el reconocimiento de lo que sucedió y ofreciendo un escenario para la redención de los sujetos afectados.
Las manifestaciones públicas en memoria de la inundación en Santa Fe se iniciaron con el reclamo de ayuda al Estado y la exigencia de justicia. Las concentraciones y actos conmemorativos, como la Carpa Negra y la Marcha de las Antorchas, han permitido a las víctimas y sus familias articular su dolor y sus demandas. Estas acciones no solo buscan visibilizar el sufrimiento, sino también establecer la legitimidad de los reclamos ante los poderes del Estado. La Plaza de Mayo, elegida como el escenario para estas manifestaciones, es un espacio cargado de historia que acoge tanto actividades recreativas como políticas, convirtiéndose en un lugar de memoria y denuncia, donde, durante los aniversarios, se realizan actos conjuntos que combinan actividades políticas, como discursos y marchas, y otras recreativas, como la lectura de poemas, recitales de música y proyecciones de videos. Para estas oportunidades, los organismos de personas afectadas por la inundación trabajan sumando apoyo de sindicatos o grupos como Madres de Plaza de Mayo y la Casa de Derechos Humanos.
Un hito significativo en este camino ha sido la aprobación de la ley que establece el 29 de abril como el "Día de la memoria y la solidaridad de la inundación de Santa Fe y alrededores". Este reconocimiento institucional no solo dignifica la memoria de las víctimas, sino que también obliga al Estado a incluir esta efeméride en el calendario escolar, asegurando que las generaciones futuras conozcan y reflexionen sobre este evento trágico que afectó a su ciudad, donde 129 escuelas fueron directamente afectadas por el agua y otras cientos funcionaron como centros de evacuados durante meses.
En ese marco, el papel de las docentes mujeres ha sido crucial, tanto durante la inundación como en la posterior lucha por justicia y visibilidad, ya que sus narrativas fueron fuentes, testimonios orales, que han permitido recuperar historias de la inundación y no solo enriquecen la comprensión de lo sucedido, sino que también contribuyen a una revalorización del papel de las mujeres, ayudando a construir una narrativa más equitativa y representativa, evitando el reconocimiento de las mujeres solo como víctimas de circunstancias históricas y reconociéndolas como agentes activas que han influido en el devenir de los hechos. De esta manera, podemos decir que las voces de mujeres y disidencias de Santa Fe han tejido una rica narrativa reclamando su lugar en la memoria colectiva de su comunidad y, en esta construcción, se destacó el papel de la directora de la escuela Monseñor Zaspe N° 1298 del barrio Santa Rosa de Lima, Ana María Salgado, una de las mujeres que describió en primera persona aquella historia, una inigualable militante de la memoria, que fue protagonista de los hechos y que se hizo conocida en Santa Fe por su labor humanitaria en la Escuela Zaspe durante la peor catástrofe hídrica que vivió la ciudad. Ana resistió en el techo de la escuela que dirigía en el peor momento de la inundación, salvando niños y adultos. Tenía 52 años y era directora de la escuela cuando, en abril de 2003, el agua del Salado empezó a entrar a la ciudad. Aquel 29 de abril, alojó a alumnos y vecinos en el techo de la escuela a la espera de ayuda, poniéndose al frente de tan importante labor humanitaria. Ana se destacó como una incansable militante social, de derechos humanos y una docente comprometida con la comunidad educativa en la que le tocaba trabajar. Tuvo una amplia trayectoria en ambas pasiones, pero aquella inundación de 2003 superó todos los pronósticos y las experiencias vividas hasta el momento. Ana María nunca dejó de pedir justicia y, cada 29 de abril, marchaba; y ya jubilada, siguió yendo a la escuela, sobre todo para actos emblemáticos. Cuando se conmemoró el aniversario número 19 de la inundación, ella misma expresó en su visita a la institución educativa que debía escribir los hechos vivenciados en su transcurso por la escuela. Lamentablemente, Ana María falleció el 12 de marzo de 2023.
En su pedido incansable de justicia durante tantos años, se encarna el rol de las mujeres durante la inundación de 2003, que simboliza no solo el espíritu de la comunidad, la solidaridad y la recuperación después de una tragedia, sino también cuestiones relativas a la justicia y la responsabilidad. Es una necesidad urgente que otras narrativas de los hechos se reconozcan y sean parte del conjunto de actores y actrices sociales en la lucha por la asignación de responsabilidades y compensaciones económicas después de la inundación.
Por lo tanto, ante la ausencia de manifestaciones públicas de memoria de la inundación en la escuela Primaria Mons. Zaspe N° 1298, qué importante sería la incorporación de una placa conmemorativa que perpetúe el heroico trabajo de la directora Ana María Salgado. En este caso, se trata de agregar una capa más de sentido a un lugar que ya está cargado de historia, memoria y significados. De cierta manera, es otra forma de contar, es revivir, volver a pasar por el corazón cosas que ocurrieron en su comunidad; que la escuela se constituya como un lugar de memoria y de denuncia y que la escuela Zaspe, a través de la labor de su directora de entonces, sea parte de la construcción de la memoria de la inundación de Santa Fe y, junto a otros espacios, se convierta en escenario que busca mantener viva la memoria de un pueblo que se niega a olvidar, como así también un faro de esperanza para la justicia y la reparación; un recordatorio de que, a través de la memoria, se puede construir un futuro más justo y consciente, deseando que no haya olvido y que, alguna vez, ojalá muy pronto, haya justicia y reparación simbólica. Parafraseando a Galeano, estos retazos de memoria, traídos de vuelta en las voces docentes, quizá contribuyan a aprender del pasado para no hipotecar el porvenir.
Ana Salgado “Una militante de la Vida”
Ana Salgado en su juventud fue parte activa de la agrupación Montoneros, un movimiento que se centró en la lucha armada contra la dictadura militar, como así también propugnó por la justicia social y los derechos humanos.
Este contexto histórico es fundamental para entender su compromiso con la memoria, la verdad y la justicia, así como su abogacía por los derechos de los más vulnerables. Como directora de la escuela Mons Zaspe, en el barrio Monseñor de Santa Rosa de Lima, Ana no solo asumió la responsabilidad de la institución educativa, en plena inundación, sino que se convirtió en un pilar de la comunidad. Su labor fue más allá de la enseñanza formal; se destacó por su trabajo solidario y social, integrando a la escuela en la vida del barrio y sirviendo como un puente entre las necesidades educativas y las realidades socioeconómicas de su entorno, donde la educación se convierte en un vehículo para la transformación social. Su trabajo en la comunidad educativa, así como su compromiso con la justicia social, la posicionan como una figura central en la lucha por la equidad y los derechos humanos en su ciudad y hoy representa un modelo de resistencia y compromiso social que trasciende el tiempo y el espacio y su vida y obra son un testimonio de que la lucha por la memoria y la verdad y la justicia social.
Ana María Salgado también se destacó como una reconocida comunicadora popular y social, dedicando gran parte de tiempo a trabajar en radios comunitarias de su ciudad. Su compromiso con la comunicación como herramienta de transformación social la llevó a ser co-fundadora de la Red de Comunicadores del Mercosur, una organización política que utiliza la comunicación como herramienta política, para fomentar la participación ciudadana y fortalecer la democracia en la región.
Fotos Archivo Personal: Ana en su juventud y su militancia: En su escuela, con los compañeros peronistas, en una marcha docente con el gremio docente (AMSAFE) y en el barrio Santa Rosa con vecinos y vecinas.