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Género y diversidad

Voces que Denuncian : ser periodista feminista en tiempos de incertidumbre digital


 |  Doris Chacón

Voces que Denuncian : ser periodista feminista en tiempos de incertidumbre digital

Por Angélica María Rodríguez Vásquez

 

Hay una nueva forma de silencio que no se impone con censura directa, sino con ruido. Un ruido denso, programado, repetitivo. Es el eco de los algoritmos que reproducen odio, de los ejércitos digitales que fabrican miedo, de los espacios virtuales donde las mujeres periodistas —especialmente las feministas— aprendimos que la palabra puede ser un riesgo.

En América Latina y el Caribe, hablar con perspectiva de género, denunciar abusos o cuestionar al poder sigue siendo una tarea de coraje. Hoy ese coraje se ejerce en pantallas que son campo de batalla: los timelines, los comentarios, los chats anónimos. Allí la violencia no deja moretones, pero deja marcas. Se infiltra en los sueños, en la confianza, en la sensación de estar siempre observadas.

La violencia digital: una vieja estructura con un nuevo rostro

Las investigaciones recientes de UNESCO, ONU Mujeres, FLIP, TEDIC y Comunicación para la Igualdad coinciden en algo que se intuye desde hace tiempo: la violencia digital no nació con las redes sociales; se muda a ellas. Es el patriarcado reprogramado, adaptado a la velocidad de la conectividad.  Las cifras estremecen: siete de cada diez periodistas mujeres han sido hostigadas en línea; según el informe UNESCO / International Center for Journalists (ICFJ) — “Online Violence Against Women Journalists: A Global Snapshot of Incidence and Impacts”  en el cual se señala que el 73 % de las mujeres periodistas encuestadas afirmaron haber recibido amenazas, difamaciones, hackeos, suplantaciones, montaje de imágenes íntimas y campañas coordinadas de odio. Una maquinaria que combina misoginia, poder político y tecnología, quienes han sido víctimas de violencia en línea en el ejercicio de su trabajo.

Pero el dato más alarmante no está en los porcentajes, sino en la naturalización. En cómo nos acostumbramos a trabajar con miedo, a medir cada palabra antes de publicarla, a borrar nuestras huellas digitales por precaución. El silencio se disfraza de prudencia.

Tiempos de incertidumbre, tiempos de control

La violencia digital crece en los márgenes del caos. En una región atravesada por la polarización, la desinformación y el descrédito institucional, las periodistas se convierten en chivos expiatorios de la crisis democrática. Los discursos de odio son una herramienta de control: deslegitiman, confunden y, sobre todo, desmovilizan. Cuando una periodista feminista calla para protegerse, el poder gana. Y no es un poder abstracto; tiene nombres, partidos, agendas y financistas.

Las plataformas, mientras tanto, se lavan las manos con algoritmos ciegos al género. Borran el insulto, pero no el sistema que lo produce. Prometen seguridad, pero su negocio se alimenta de la indignación que ellas mismas amplifican. En esta arquitectura de la incertidumbre, las mujeres periodistas somos las grietas donde el patriarcado digital experimenta nuevas formas de castigo.

Resistir no es solo informar

Sin embargo, la resistencia está viva. Desde los colectivos de comunicadoras, las redes de apoyo y los talleres de seguridad digital, las mujeres están reinventando una ética del cuidado que no se opone al rigor periodístico, sino que lo humaniza.
Resistir no es solo sobrevivir: es seguir narrando desde la herida, construir memoria en línea, hacer del testimonio una forma de defensa política.

Como comunicadora social que ha caminado la región de ALC, creo que la pregunta no es solo cómo protegernos, sino ¿qué tipo de comunicación queremos defender?. Porque detrás de cada periodista silenciada hay una sociedad que pierde el derecho a comprender su propio tiempo.

Hacia una democracia comunicativa

En tiempos de incertidumbre, la violencia digital no es solo un ataque individual: es un síntoma colectivo de la fragilidad democrática. Proteger a las mujeres periodistas no es un gesto de solidaridad, sino un imperativo democrático.La libertad de expresión se vuelve vacía si solo sobreviven las voces que el algoritmo tolera.

Necesitamos políticas públicas con enfoque de género, medios con protocolos reales de acompañamiento, plataformas responsables y audiencias que entiendan que compartir odio también es producirlo.Pero, sobre todo, necesitamos volver a creer en la palabra como espacio de encuentro, no de exterminio.

Porque cuando una mujer periodista es silenciada, no solo se apaga una voz: se oscurece una parte de la verdad colectiva. Por ello destacó el trabajo de la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género que se ha dedicado en los últimos tiempos a investigar sobre las violencias entre ellas las digitales que viven las mujeres periodistas en las salas de redacción.

La Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género (RCPVG) junto con la Alianza por la Igualdad de las Mujeres en los Medios, integrada además de esta red, por la Fundación para la Libertad de Prensa, Consejo de Redacción, Fundación Karisma y Colnodo, realizarán el evento “Salas de redacción: por una comunicación con enfoque de género y un periodismo sin violencias”, para establecer puentes entre la academia, los medios de comunicación y la sociedad civil en pro de medidas concretas que aporten a la construcción de un periodismo con enfoque de género y sin violencias contra mujeres, evento a realizarse el 29 de octubre del 2025 en Bogotá-Colombia, para debatir sobre la situación y protocolos internacionales  de protección de periodistas frente a violencias de género en la jornada de la mañana y en la jornada de la tarde se realizarán mesas de trabajo  para debatir y elaborar propuestas para un periodismo sin violencia para las mujeres.

El camino continua y la incertidumbre es inherente a los sistemas de la vida misma sin embargo nos exige una puesta centrada en la lucha colectiva que retumbe para no ceder ante la censura y el implacable silenciamiento. Por ello, sumamos como red de comunicadores del MercoSur, REDCOM SUR a las apuestas latinoamericanas para defender los ejercicios de las periodistas que se encuentran poniendo el cuerpo desde los territorios y los ejercicios de periodismo independiente como formas de resistencia. 

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