
En la Coyuntura, de lo que realmente se trata

No es sólo una cuestión de egos. De quien maneja la lapicera. De cargos legislativos, o de candidaturas para 2027. Ni tierra de traiciones, y traicionados. La interna –que tanto daño le está haciendo al campo nacional y popular- es un problema claro y concreto de construcción política.
No es una historia de buenos o malos, no están todos de un lado y del otro los impresentables. No hay entornos. Hay demasiada declaración pública innecesaria. Y, a veces, observar algunas situaciones que toman estado público, da vergüenza ajena.
La situación se mira con estupor, con bronca, con dolor si cabe el término. La experiencia de los armados aterrizados desde CABA, donde personas sin ningún tipo de representatividad se convierten en un par de meses en diputados o diputadas nacionales ha cumplido un ciclo. El conjunto de la compañerada –más allá de que siga sucediendo- es absolutamente refractaria a ese tipo de armado político, como así también a los dirigentes que pasaron por una infinidad de cargos y hoy siguen pretendiendo tener protagonismo por ser amigos o socios de alguien de peso en el armado de listas.
Hay que discutir cómo se construye política, lo que incluye indudablemente a la comunicación como un elemento sustancial, inherente a ella y no un aparato de prensa afilado con manejo de redes. Hablemos con la gente, pero primero escuchemos al vecino y la vecina, al compañero o compañera de trabajo. No ir a contarles nuestra mirada de los hechos, a bajarle línea. Hay que preguntar más, tener el oído y la cabeza abiertos y aseverar menos. Leamos a Paulo Freire.
Existen ya movimientos que vienen construyendo espacios de horizontalidad donde circula la palabra sin que se marquen despectivamente ignorancias o faltas de formación política. No tienen comisiones directivas ni orgánicas. Uno de ellos es el feminismo argentino, que desde hace una década, cada 8 de marzo, 3 de junio, 25 de noviembre, o cuando ocurre un femicidio o travesticidio transita calles, plazas y espacios públicos con sus consignas. Allí no se "baja línea", lo que gana no es el voto de la mayoría sino el argumento. El liderazgo se gana en el debate. No está exento de que se intenten repetir recetas de la vieja política, pero la reflexión crítica sobre el propio accionar es también parte de su ejercicio y musculatura.
Otro ejemplo es el colectivo LGTBIQ+, que tuvo mayor capacidad de respuesta ante los insultos del Presidente en Davos que la institución que antes hacía temblar a los presidentes, la CGT. Aún así, sigue siendo invisible para la mayoría del arco político, mas no para parte de la sociedad, que el 1 de febrero le dio el liderazgo de una marcha multitudinaria. De la misma forma, cada vez que tiene bronca porque no hay justicia por una gurisa, sabe que el lugar para reclamar eso son las marchas feministas, allí encuentran el lugar donde transformar el dolor y la bronca en una expresión colectiva.
Entonces, no se trata de cambiar unos por otros con la misma metodología. Hay que abrir nuevos caminos a la formación de militantes, a la participación popular, a la creación de ámbitos donde el pueblo y sus organizaciones puedan canalizar su voz y sus reclamos y avanzar en solucionarnos en sintonía con el Estado o enfrentando a los gobiernos como el actual. ¿Creemos en serio que con un grupo de intendentes y algunos gobernadores, empezaremos a elaborar otras formas y otras representaciones? Para que haya futuro deben existir nuevas expresiones populares por sobre la mera formalidad de listas, cargos y adhesiones electorales.
Allí debe estar la mirada, en la elaboración de una multiplicidad de espacios donde se pueda articular y coordinar estrategias, en la formación de frentes de masas. No es sólo de abajo para arriba, pero sin la organización popular, todo lo otro, más temprano que tarde, vuelve a entrar en la lógica de la democracia liberal y entonces apostamos al Congreso o a una candidatura salvadora como las únicas formas de torcer el rumbo a la derecha, a la ultraderecha, al fascismo. Construir política no es cuestión sólo de gestionar bien, o dar discursos lúcidos.
Y si se trata de mirar, de aprender y de recolectar experiencia ahí está nuestra América Latina para enseñarnos de sus triunfos, errores, retornos y heroísmos. Hay 30.000 razones que interpelan nuestras actitudes y decisiones.
RED DE COMUNICADORES DEL MERCOSUR
Fotos: créditos a quien corresponda.
