5 de junio Dia Mundial del Ambiente
“Los ecosistemas de todo el mundo están en peligro. Desde bosques y tierras áridas hasta tierras agrícolas y lagos, los espacios naturales de los que depende la existencia de la humanidad están llegando a un punto de no retorno.”
Así comienza el artículo de Naciones Unidas, conmemorativo del Día Mundial del Medio Ambiente.
El 15 de diciembre de 1972, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el marco de la Conferencia de Estocolmo, estableció la fecha del 5 de junio de cada año para conmemorar el Día Mundial del Ambiente.
En esta conferencia, los líderes mundiales se reunieron para discutir los problemas ambientales y adoptar medidas para proteger el medio ambiente.
¿Cuál es la importancia de esta fecha?
Es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de proteger el medio ambiente y para promover acciones para abordar los problemas ambientales más apremiantes. Es un llamado a la acción para que la sociedad tome conciencia de la necesidad de proteger el medio ambiente para garantizar un futuro sostenible para las generaciones actuales y futuras.
Y a propósito de reflexionar: ¿De qué hablamos cuando hablamos del Medio Ambiente?
Existe la tendencia de considerar al Medio Ambiente como una entelequia, separada de todo lo que tenga que ver con la vida, como algo externo al ser humano, algo que está ahí afuera y que nos piden que la cuidemos. Es un pensamiento peligroso, muy cercano a la autodestrucción. No somos algo separado del medio ambiente, SOMOS PARTE del medio ambiente, dependemos de él y él depende de nosotros. Sin un medio ambiente saludable la vida es como un barco en medio de la tempestad, nadie puede garantizar que salga indemne.
Y la reflexión nos lleva a preguntarnos: ¿Qué es un medio ambiente saludable?
Para empezar, es un derecho, consagrado en convenciones internacionales.
La Resolución de la Asamblea General de la ONU A/RES/45/94 reza:
Toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado. Un medio ambiente adecuado se considera una condición previa para la realización de otros derechos humanos, incluidos los derechos a la vida, la alimentación, la salud y un nivel de vida adecuado.
Existe una referencia parcial a esto en el derecho a la salud establecido en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), que señala que los Estados deben cumplir con el derecho a la salud mediante, entre otras medidas, la mejora de todos los aspectos de la higiene ambiental. También se ha reconocido en una amplia gama de instrumentos regionales de derechos humanos, tales como el Protocolo de San Salvador(link is external), así como a través del establecimiento de un mandato de los procedimientos especiales de la ONU sobre los derechos humanos y el medio ambiente(link is external) en 2012.
A partir de esto podemos considerar varios parámetros que nos indicarían el nivel de salud de nuestro medio ambiente y cuando nos referimos a la salud de nuestro medio ambiente, no nos referimos solamente a la calidad del aire, del suelo y del agua que son parte muy importante, pero de ninguna manera comprenden la totalidad del concepto de medio ambiente saludable.
Por supuesto que la salud física del ambiente (aire, agua y suelo) es uno de los parámetros a considerar, pero como dice la resolución de Naciones Unidas, es la condición previa para la realización de otros derechos y acá entramos en un campo muy abarcativo de todos los derechos que implican una vida saludable.
Todo es cuestión de derechos
Para empezar, un ambiente sano, implica el derecho a una vivienda digna, el acceso a la tierra y al agua potable, implica un saneamiento ambiental que no escurra agua servida a cielo abierto, que en el barrio no haya letrinas que contaminen las napas.
El derecho a la alimentación sana, libre de agrotóxicos, no manipulados genéticamente. Cada vez hay más evidencia de la relación que existe entre este tipo de alimentos y el aumento exponencial de los casos de cáncer y otras enfermedades igualmente graves.
El derecho a gozar de buena salud física, mental y espiritual. Este derecho es fundamental porque sin él, todos los demás derechos carecen de sentido.
El derecho a un nivel de vida adecuado. Implica el derecho al trabajo, a un salario digno, que le permita al ciudadano contar con lo necesario para llevar adelante, junto a su familia, un nivel de vida saludable, exento de preocupaciones.
Como podemos ver, todo es cuestión de derechos y los derechos sólo pueden ser garantizados por el Estado. Pero para que el Estado pueda garantizar estos derechos son necesarios ingentes recursos económicos y los países que más contaminan, que en las distintas Cumbres Climáticas se comprometieron a colaborar con financiamiento no lo han hecho o han hecho muy poco.
Esos fondos son necesarios para programas de viviendas, combate de incendios, mitigación de los efectos de inundaciones, etc., etc.
Es muy importante poner el foco sobre el medio ambiente, en este día elegido para reflexionar sobre él porque está a la vista que, desde 1973 a la fecha, no se ha logrado casi ninguno de los objetivos propuestos. Es más, diríamos que la cosa ha empeorado.
Desde el espacio, nuestro planeta, da la sensación de ser un lugar apasible, con su inconfundible y sugerente color azulado que le da la capa de oxígeno que la rodea y que le valió el nombre de “planeta azul”. Pero ni bien acercamos un poquito la lupa, nos encontramos con miles de chimeneas humeantes, algunas inofensivas, pero otras, las más, lanzando gases tóxicos a la atmósfera. Bajamos un poco más y podemos ver millones de automóviles liberando toneladas de CO2, uno de los gases de mayor responsabilidad en el calentamiento global.
Guerras por doquier, dilapidando miles de millones de dólares que podrían haber sido usados para financiar programas de mitigación del cambio climático. Cambio climático producido por el hombre, sea por la negligencia de la sobreproducción, sea por el uso de armas de guerra climática, que no trepidan en devastar el territorio y la economía de los países elegidos como blanco.
En las circunstancias actuales y a medida que la población mundial aumenta, también aumenta la distancia entre los objetivos del cuidado del medio ambiente y las posibilidades de los Estados de garantizarle a sus ciudadanos el goce de los derechos mencionados, dado que recursos hay, pero están mal asignados, malversados y no hay una real conciencia por parte de la sociedad, de lo cerca que estamos del colapso. La riqueza está mal distribuida, por lo tanto, también la población está mal distribuida. Está concentrada en las grandes ciudades y eso genera concentración de la contaminación por la actividad humana.
Los Estados tendrán que planificar ciudades más pequeñas, en detrimento de las grandes ciudades, y relocalizar y distribuir mejor los medios de producción para garantizar alivio al estrés de contaminación que representan las grandes urbes si quieren ahorrar gastos exorbitantes en salud y en mitigación de los gases contaminantes.
Hoy, el calentamiento global se ha convertido en un negocio, la manía del neoliberalismo de convertir todo lo que toca en mercancía.
Los bonos de carbono no son otra cosa que una transacción donde los países más industrializados le pagan a los países menos industrializados por el carbono que no liberan y por el oxígeno que producen sus bosques protegidos para poder seguir contaminando ellos. O sea, cambiamos seis por media docena.
El 11 de diciembre de 1997, 84 países firmaron y 46 ratificaron en la Cumbre del Clima el Protocolo de Kioto, un acuerdo internacional auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuyo objetivo era el compromiso de todas las partes firmantes para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. En 2001 el número de países que se adhirieron a esta iniciativa aumentó hasta los 180. Es parte del fomento de la cooperación internacional, pero se respeta muy poco.
La situación se agrava día tras día porque las corporaciones y los grupos financieros transnacionales tienen mucho más poder que los propios Estados y ésta es la relación que urge revertir.
Arnulfo Duarte
RedComSur